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Desde estudiante de licenciatura en arquitectura el gusto por el patrimonio cultural se fue formando, hasta después de ganar los premios del INAH en 1989, con la tesis citada anteriormente, cursé la maestría en arquitectura con especialidad en la conservación con un tema teórico, ante la carencia de una serie de reflexiones que permitieran comprender las definiciones y teorías más allá de las autorías consumadas y publicaciones oficiales. La epistemología fue el argumento más adecuado, ya que, a pesar de ser un ámbito complejo y lleno de autores, enfoques y discusiones se seleccionó lo más adecuado a la realidad y poder insertarla dentro de otro ámbito donde existía esa carencia de discusiones en la conservación del patrimonio cultural. En ese sentido el primer doctorado cursado, permitió ver las particularidades en que algunas instancias y personas, así como la forma en que hacen la investigación. El segundo doctorado cursado en la UdG, fue además, de una gran elección, lo que permitió cursar nuevos seminarios con temáticas muy oportunas, además de una magnífica planta de doctores-docentes con una gran experiencia en muchos ámbitos, concretar una tesis original, con propuesta teórica, que desmitifica muchos de los discursos sobre el centro histórico y algunas autorías que, en su momento, eran vanguardia, pero que han quedado superadas. Lo que proporcionó un mayor bagaje cultural para reflexionar y exponer en la producción de nuevos artículos y docencia mejores herramientas para la valoración y acciones en la conservación desde varios ámbitos desde ámbitos como la ciudad, el territorio y una serie de temas afines a comprender el fenómeno urbano y arquitectónico, y sobre todo el patrimonio cultural.